En el 2 Debate Presidecial Xochitl Galvez dijo que se podría almacenar agua en el Lago de Texcoco. Claudia Sheinbaum la corrigió: No puede haber almacenamiento de agua en Texcoco, porque Texcoco es salado.
Claudia tiene razón.
El agua del Lago de Texcoco es salobre y no apta para consumo humano debido a su naturaleza histórica y geográfica. Históricamente, este lago era salobre y formaba parte del sistema lacustre del valle de México, junto con otros cuerpos de agua como Zumpango y Xaltocan. Su composición de sales y su ubicación en una cuenca donde el agua se evaporaba sin salida natural aumentaban su salinidad, haciéndola inapropiada para el consumo directo.
Desde la época prehispánica, se sabía que el agua de Texcoco, Zumpango y Xaltocan no era potable debido a su alta salinidad. Esto se debía a la acumulación de sedimentos y a la cercanía a manantiales termales como Pathé y Tecozautla, lo que contribuía a aumentar la concentración de sales en el agua.
La implementación de un sistema de abastecimiento de agua potable en México-Tenochtitlan en la antigüedad fue una respuesta a esta situación. Se trasladaba el agua potable desde manantiales cercanos al Valle de México para su consumo humano, dejando los lagos salobres para otros usos, como la explotación de la sal que obtenían mediante la evaporación del agua.
La desecación del lago de Texcoco, iniciada con la llegada de los españoles y continuada en la época independiente, alteró significativamente la ecología de la región y contribuyó a la casi total desaparición de los lagos del sistema.
Esto se hizo para controlar las inundaciones y expandir la mancha urbana y agrícola, pero también tuvo consecuencias en la disponibilidad de agua potable en la región.
Hoy en día, los vestigios del Lago de Texcoco son escasos, pero su historia sigue siendo crucial para entender el desarrollo urbanístico y ambiental de la Ciudad de México. Su agua salobre fue parte de una serie de recursos que los antiguos pobladores aprovecharon, aunque no fuera apta para el consumo directo, y su desecación marcó un cambio importante en la dinámica de la región.
Por Luis Martínez Alcántara.