Por Abel López Jiménez

Urge reconvertir el sistema energético del país, que no ha funcionado ni funcionará si no se incluyen en la ecuación las energías renovables, limpias y más baratas que permitan generar electricidad barata y de calidad en beneficio directo de las y los mexicanos y de los negocios, afirma el Consejo Empresarial Mexicano (CEM).

El organismo que preside Francisco Cervantes Díaz, coincide en que la energía es el motor que impulsa la vida humana, la industria y la economía, siendo un elemento estratégico para el desarrollo, la seguridad y la sostenibilidad de nuestro país, porque la soberanía energética garantiza el acceso a recursos energéticos.

“Insistir en una postura insensata y sin sustento de que debe protegerse una empresa pública, que además no ha demostrado su eficiencia operacional, altamente contaminante y miope ante las alternativas que ofrecen fuentes de energía renovables, más baratas y accesibles provenientes de la naturaleza como el viento y la energía solar, solo deja ver intereses mezquinos de gobierno”, señala.

La organización empresarial indicó en un comunicado que “asegurar nuestra estabilidad, suficiencia y autonomía energética no es un asunto de política para fortalecer las capacidades del Estado y menos de empresas públicas como la Comisión Federal de Electricidad (CFE), es más bien un tema de análisis de especialistas para reconvertir un sistema que no ha funcionado, ni funcionará si no se incluyen en la ecuación energías renovables, limpias y más baratas como generadores”.

Porque el objetivo de esa proyección, dice, es beneficiar a las familias mexicanas y los negocios con tarifas económicas, sin importar quien venda la energía y, en ese sentido, el papel de la CFE es irrelevante porque solo debe ser un medio, no un fin para lograrlo.

“Estamos convencidos de que el punto neurálgico que permitiría mantener la soberanía energética no se centra en fortalecer la producción de esa entidad pública, sino garantizando a través de la nación que la transmisión y distribución sea de calidad con infraestructura robusta, de actualidad y suficiente, para generar mejores, más baratas y más eficientes fuentes (de energía) alternas, que, gracias a la tecnología, ya no es la que se obtiene de combustibles fósiles”, señala.

El CEM puso como ejemplo lo que se experimentó hace cuatro décadas, cuando solo existía una empresa telefónica (Telmex) que ofrecía el servicio público en todo el país y se limitaba a la adquisición por parte de la clase media y alta de la población que podía adquirirla.

“Pero fue hasta que la propia fuerza del mercado, la necesidad de comunicación y la tecnología que evolucionaron para hacerla accesible a todos, logrando que hoy en día más de 90 millones de mexicanos de cualquier estrato social accedamos a la telefonía celular”, expuso el organismo empresarial.

Destacó que este conjunto de elementos involucrados en el desarrollo de las comunicaciones logró que hoy se cuente con un servicio barato gracias a la competencia de las empresas privadas de telefonía y a la creación de un órgano regulador autónomo (la COFECE) que ha vigilado la sana competencia en favor de los mexicanos.

Por tanto, el CEM concluyó en su análisis que el papel del Estado en sectores estratégicos, como el de energía eléctrica, es establecer una regulación clara y equitativa, así como vigilar que no se monopolice el sector garantizando su acceso a toda la población y dejando que los expertos en aprovechen las fuentes de energía limpias y las transformen, a fin de que la electricidad llegue a buen precio al consumidor, sea doméstico o comercial.