PULSO
Eduardo Meraz
Ante las evidencias irrefutables de los fracasos en seguridad, salud, educación, con mega obras en entredicho, así como una militarización ineficiente en todos los campos asignados, el presidente totalmente Palacio Nacional quiere recuperar parte de su base social, vía cambios en materia de salarios y pensiones. La zanahoria para no perder el respaldo del sector obrero.
Además, está pendiente de resolverse el proyecto de establecer el sistema de 40 horas de trabajo a la semana, en lugar de una jornada laboral de 48 o más horas, que debe cubrir actualmente la fuerza de trabajo del país.
Si se toma en consideración el número de empleados y obreros registrados ante el Instituto Mexicano del Seguro Social en el sector formal, poco más de 22 millones de personas, se entiende el “espontaneo” interés del mandatario sin nombre y sin palabra por congraciarse con ellos.
Este “mundo ideal” previsto por el cuatroteísmo, involucraría también, aunque de forma indirecta, a los millones de mexicanos que prestan sus servicios en el sector informal, el cual representa una cuarta parte del producto interno bruto.
Sin dejar de reconocer la necesidad de mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora del país, ante el poco avance registrado en este sexenio para reducir la pobreza laboral, es evidente la intencionalidad electoral o “politiquera” al proponer nuevos ordenamientos, cuando las campañas presidenciales están a punto de arrancar.
Fomentar el debate sobre este tridente: horas laborables, salarios y pensiones, le daría aire al habitante temporal del palacio virreinal no sólo para entretener al respetable y que no se distraiga con nimiedades como la violencia, asesinatos, secuestros, cobros de piso, falta de medicamentos, etcétera.
En otras palabras, estaría buscando establecer una agenda lo más alejada de los ejercicios de evaluación de su mandato que, como se ha dado en conocer en recientes encuestas, le son totalmente adversos, aunque el ejecutivo insista en que vamos “requeté bien”.
No debe extrañar, entonces, el inicio de una campaña del oficialismo para impulsar esta temática que, de hecho, lleva implícito el reconocimiento de los múltiples fracasos gubernamentales, pues no obstante los incrementos altamente significativos al salario mínimo y los aumentos de las contribuciones patronales al sistema pensionario, las condiciones de vida de la clase trabajadora no han mejorado sustancialmente.
Asimismo, de acuerdo con los cálculos político-electorales de Palacio Nacional, con esta zanahoria los obreros del país estarían dispuestos a votar por la continuidad, a darle un nuevo chance al cuatroteísmo, con la expectativa de un porvenir menos incierto y limitado.
Generar el debate sobre esta temática, también posibilitaría al actual régimen, hacer propaganda en favor de su candidata, la chica de cola de caballo y, al mismo tiempo, serviría para reforzar sus cuestionamientos al pasado neoliberal. Es un garlito en el cual puede caer la oposición, si manifiesta su rechazo a la propuesta presidencial.
Por la dimensión de las reformas, es improbable puedan aprobarse en la presente legislatura, pero podría significarle la recuperación de parte del voto de desencanto.
He dicho.
EFECTO DOMINÓa
Se va, se va y se Godoy parte del “mundo ideal” de la justicia al estilo cuatroteísta.
@Edumermo