Por Luis Martínez Alcántara

Las autoridades de Iztacalco, en la Ciudad de México, llevaron a cabo el retiro de un altar dedicado a Satanás y a la Santa Muerte que había sido instalado sin permiso en el camellón del Canal de Río Churubusco, cerca del Puente de Curtidores.

Este acto fue motivado por denuncias ciudadanas que alertaron a la alcaldía sobre la presencia del altar, lo que generó un debate sobre el uso de espacios públicos para prácticas religiosas no autorizadas.

El retiro del altar se realizó con el apoyo de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), quienes colaboraron para garantizar que la acción se llevara a cabo sin incidentes. La alcaldía, encabezada por Lourdes Paz, enfatizó su respeto hacia todas las creencias y religiones, pero recordó a los ciudadanos que los espacios públicos deben ser disfrutados por todos y no pueden ser ocupados sin autorización.

La instalación del altar fue ampliamente comentada en redes sociales antes de su remoción. Los vecinos expresaron opiniones divididas sobre el tema; algunos defendieron el derecho a expresar sus creencias, mientras que otros apoyaron la acción del gobierno local al considerar que el altar representaba una falta de respeto hacia el espacio público.

Este incidente no es aislado, ya que en diversas ocasiones se han reportado situaciones similares en diferentes partes de la ciudad. La alcaldía ha manifestado su compromiso de actuar ante cualquier instalación no autorizada que pueda afectar la convivencia y el orden público.

El retiro del altar suscitó un debate más amplio sobre la libertad religiosa y el uso del espacio público en la metrópoli. Mientras algunos abogan por un mayor respeto hacia las creencias individuales, otros argumentan que las regulaciones son necesarias para mantener el orden y la armonía en las comunidades.