Por Luis Martínez Alcántara

La reciente masacre en Haití conmocionó al mundo, con informes que indican que al menos 180 personas fueron asesinadas por una banda criminal en respuesta a la supuesta brujería contra el hijo del líder de la pandilla. Este ataque tuvo lugar en Cité Soleil, uno de los barrios más empobrecidos y violentos de Puerto Príncipe, donde la violencia de las pandillas se ha intensificado en los últimos años. 

La Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH) ha sido clave en la denuncia de estos crímenes atroces, destacando que la mayoría de las víctimas eran ancianos, acusados injustamente de practicar rituales vudú.

El líder de la banda, Monel “Mikano” Felix, ordenó esta brutal represalia tras la enfermedad y posterior muerte de su hijo. Según informes, Felix consultó a un sacerdote vudú que le atribuyó la culpa a los ancianos de la comunidad, lo que desató una ola de violencia sin precedentes. 

Los ataques se llevaron a cabo entre el jueves y el sábado, con testigos que relatan escenas horrendas de cuerpos mutilados y quemados en las calles. Este acto violento se suma a un alarmante aumento en el número de muertes relacionadas con las pandillas en Haití, que ya supera las 5,000 en lo que va del año.

Los métodos utilizados por los miembros de la banda fueron particularmente brutales; muchos ancianos fueron secuestrados de sus hogares y asesinados con armas blancas y disparos. 

La RNDDH indicó que el ataque fue dirigido principalmente contra personas mayores de 60 años, aunque también hubo víctimas más jóvenes que intentaron proteger a los ancianos. Esta masacre es considerada una respuesta extrema a una creencia arraigada en la cultura local sobre la brujería y sus consecuencias.