Acciones como la promoción de la cultura del agua y la inversión en proyectos de infraestructura, hasta medidas drásticas de racionalización y multas por el desperdicio, las principales megaciudades del mundo buscan atender las crisis hídricas que impactan a millones de personas y evitar así el llamado “Día Cero”, señala un estudio del Instituto Belisario Domínguez (IBD) del Senado de la República.
Ese panorama se refleja actualmente en nuestro país, con la intensa temporada de calor y con temperaturas que van de los 33 a los 45 grados centígrados. Hay regiones donde el estiaje es mayor o impacta de diferente manera.
Tal es el caso del estado de Tamaulipas, donde la Comisión Nacional del Agua (Conagua) informó, a principios de abril, de un nuevo descenso en los niveles de las principales presas de la entidad y refirió que la presa Vicente Guerrero, en el municipio de Padilla, y de la que depende casi todo el abasto de agua de Ciudad Victoria, había descendido a un 8.9% de su capacidad.
Ello significaba que la Vicente Guerrero almacenaba 349.36 millones de metros cúbicos de agua. Al día de hoy el dato no se ha actualizado, tal vez para no alarmar a la gente. En las mismas fechas del 2023 esa presa estaba al 12% de su capacidad de llenado.
Otra presa con escasos niveles la presa Ramiro Caballeros, en el municipio de González, estaba al 11.9 por ciento con 66.78 millones de metros cúbicos de agua.
También, la presa Emilio Portes Gil, ubicada en el municipio de Xicoténcatl, estaba al 23.3% por ciento con 53.78 millones de metros cúbicos, lo que podría la producción de la zona cañera del estado.
En tanto, el Sistema Lagunario del sur, del que depende el abasto de agua para Tampico, Madero y Altamira, se encontraba al 35.9% de su capacidad con 243 millones de metros cúbicos de agua.
Pero en general, así está afectando la intensa sequía en todo el territorio nacional.
El mencionado estudio del IBD del Senado, titulado “Retos y estrategias de las megaciudades para evitar el Día Cero”, elaborado por Itzkuauhtli Benedicto Zamora Saenz, señala que todas las megaciudades comparten la problemática de la creciente demanda de agua.
No obstante, son diferentes las características geográficas, las trayectorias históricas de desarrollo, así como los arreglos institucionales que tienen en el manejo del agua para encontrar una solución.
Ahí refiere que, en Tokio, se elaboró en 1973 un “Plan de Conservación de Agua”, con un horizonte a 30 años. Ese plan, entre otras cosas, ha permitido que sólo 2% del agua se desperdicie en fugas. En la actualidad se enfocan en garantizar el suministro cuando haya sismos y en el tratamiento avanzado de aguas residuales para su rehúso.
El gobierno de Shanghái, por su parte, ha priorizado mejorar la calidad de las descargas a los cuerpos de agua superficial mediante una mayor infraestructura para el tratamiento de agua residual.
Mientras que en Sâo Paulo, una de las medidas paliativas que han implementado en los últimos años consiste en racionamientos al suministro de agua, particularmente en la temporada de estiaje.
En la Ciudad de México, en el 2019 se puso en marcha el Programa Cosecha de Lluvia mediante el cual se instalaron sistemas de captación de agua de lluvia en viviendas en zonas con escasez. Otras medidas consisten en sectorizar la red hidráulica para reparar fugas y en implementar un programa de rehabilitación de pozos del Sistema Lerma y de algunos ubicados dentro de la propia ciudad.
La investigación del IBD concluye señalando que el “Día Cero”, más allá de una fecha que suscite alarma y preocupación, podría ser considerado como un llamado para acelerar el cambio hacia un modelo de sostenibilidad hídrica que pueda hacer efectivo el derecho humano al agua.
Nota de Abel López Jiménez.