El panorama económico de México no pinta nada alagador en el futuro inmediato, porque en los Precriterios de Política Económica 2025, entregados a mediados de la Semana Santa por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), se adelanta un estancamiento de nuestra economía que en lo que resta de 2024 llegará a un punto máximo de 3% de crecimiento.

 

Con este panorama se prevé una baja sensible en el gasto gubernamental, sobre todo en materia de inversión pública y de cobertura de los programas sociales que no tienen ingresos sanos y que dependen de la recaudación general de las finanzas públicas.

 

El problema es que la propia dependencia estima que se registrará una desaceleración durante el periodo 2025-2029, es decir, para el próximo periodo presidencial, con una media de crecimiento de 2.5% del Producto Interno Bruto (PIB), pero con posibilidades de tener un piso bajo de crecimiento de 1.5%.

 

De acuerdo con un análisis elaborado por el diario El Independiente, esas expectativas de las autoridades financieras se convirtieron de manera automática en marco de referencia para las campañas presidenciales de la morenista Claudia Sheinbaum y los opositores Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez, cuyos discursos en busca del voto estaban perfilados sobre una tendencia de crecimiento económico mayor a la considerada oficialmente.

 

Pero la Secretaría de Hacienda prevé el próximo sexenio un crecimiento económico del 2.5% promedio anual de PIB, un estancamiento que contrasta con el compromiso de campaña en 2018 del entonces candidato Andrés Manuel López Obrador, que fue de 6% promedio anual para equipararse con el largo periodo de auge económico 1934-1982, y a partir de la estimación oficial de que el aumento de la población económicamente activa y sus demandas de bienestar formal se  localizaban justamente en la meta de 6%.

 

Lo preocupante es que esas cifras oficiales podrían concluir con un crecimiento promedio anual en el sexenio actual de 1.5%, tomando en cuenta el efecto negativo de la pandemia en 2020 que ocasionó la caída del PIB a menos 8.6%.

 

Por eso los Precriterios para el 2025 son consistentes con la declinación de la economía internacional y con las decisiones de política interna para disminuir la inflación y someterla a un promedio sexenal próximo de 3%, aunque con indicios de que se están teniendo muchas dificultades para llegar a ese piso oficial de inflación, la cual se puede podría disparar aún más.

 

Es en esas condiciones que para 2024 se prevé un promedio inflacionario de 3.8% y de 3.3% para el próximo sexenio.

 

A partir de ello, las estimaciones de Hacienda para las finanzas públicas de 2024-2025 tienden más a presiones de crecimiento artificiales y a dificultades para regresar al ciclo de estabilidad macroeconómica y los ingresos fiscales se estancarán en la base tributaria de 18.8%, contra un promedio de 25% en otros países en los que la voluntad fiscal de los ciudadanos ayuda a la estabilidad macroeconómica y a financiar los presupuestos públicos.

 

En el sentido de un estancamiento en las finanzas públicas por los ingresos, el gasto programable tendrá una baja de casi 3 puntos porcentuales y el no programable se estancará en 7.3%, con la decisión gubernamental de pasar de un déficit presupuestal de casi 6% en 2024 a un déficit de 3% que implicaría una baja sensible en el gasto gubernamental, sobre todo en materia de inversión pública y de cobertura de los programas sociales que no tienen ingresos sanos y que dependen de la recaudación general de las finanzas públicas.

 

En conclusión, los Precriterios de Política Económica para el ciclo 2024-2029 están diseñados para más o menos mantener la economía en expectativas bajas, sin posibilidades de aumentar la actividad económica y por lo tanto el bienestar y con mayores posibilidades de que la economía más bien regrese al estancamiento en ciclo corto y no pueda lograr alguna reactivación que beneficie a los mexicanos.