Por Monserrat Californias.
La tan esperada adaptación live-action de Blancanieves de Disney debutó con un fin de semana de estreno por debajo de las expectativas, recaudando solo 43 millones de dólares en la taquilla estadounidense.
Con un presupuesto estimado de al menos 350 millones, la película necesitaba un arranque contundente para cubrir su costo. Sin embargo, el interés del público parece haberse diluido, dejando en evidencia un difícil panorama financiero para la casa productora.
Desde su anuncio, la cinta fue objeto de controversia por su enfoque considerado “woke” por sectores del público, al alejarse del cuento tradicional en busca de una representación más moderna. Cambios como la reinterpretación de los personajes y una Blancanieves más empoderada generaron división. Mientras algunos celebraban la inclusión y la diversidad, otros señalaban una pérdida del espíritu original del clásico.
Las críticas de los expertos tampoco fueron del todo favorables. Aunque la producción, vestuario y efectos visuales fueron reconocidos, la narrativa fue calificada como poco inspiradora. En plataformas como Rotten Tomatoes, la película recibió puntuaciones mixtas, reflejando la dificultad de Disney para complacer tanto a nuevos públicos como a los nostálgicos de la versión animada de 1937.
La baja recaudación inicial pone en riesgo la posibilidad de recuperar la millonaria inversión, lo que podría obligar a Disney a replantear futuras adaptaciones de sus clásicos animados. Analistas de la industria señalan que el desgaste del formato live-action comienza a pasar factura. El público ya no responde igual a las propuestas que antes se aseguraban éxito en taquilla con solo el nombre de la marca.
A pesar del mal comienzo en Estados Unidos, aún queda la esperanza de una mejor recepción en mercados internacionales. Disney buscará recuperar terreno en países donde las versiones anteriores tuvieron buena aceptación. Sin embargo, Blancanieves ya es considerada uno de los tropiezos más costosos del estudio en los últimos años, y una señal de alerta sobre hacia dónde va el cine de entretenimiento familiar.