Por Luis Martínez Alcántara  

Con 93 años cumplidos, Elena Poniatowska sigue siendo una voz imprescindible en la vida cultural y política de México. Escritora, periodista, activista y cronista de momentos clave en la historia del país, deja en su camino reflexiones tan profundas como provocadoras. Su vida es una lección de coherencia, sensibilidad y amor por la palabra.

Ahora, con más de siete décadas de trayectoria, comparte enseñanzas que retratan su sabiduría rebelde. Estas frases resumen su pensamiento y espíritu. “Me construí con preguntas, muchas muy tontas”, confiesa Elena con humor y honestidad.

Esa curiosidad infinita la llevó a explorar desde lo más cotidiano hasta las grandes tragedias sociales. Para ella, no hay pregunta inútil si lleva al conocimiento. Su frase no solo inspira a periodistas, también a quienes buscan entender el mundo desde la duda y la empatía. Cuestionar, en su visión, es la primera forma de resistencia.

“No hay mejor amante… que un libro”, dijo entre risas durante la reciente feria del libro en Coyoacán. Con esta frase, reivindica el poder de la lectura como refugio, placer y libertad. También ha dicho que “sin cultura, difícilmente aceptaríamos que la vida es vivible”, dejando claro que la cultura no es lujo, sino necesidad. Para ella, está en todo: las vedettes, los mariachis, las caricaturas y, sobre todo, en el pueblo.

“Mi tema no soy yo” y “la mirada y el oído son importantes” son frases que resumen su ética periodística. Poniatowska pone el foco en las voces ajenas, especialmente en las más ignoradas. Para escribir, dice, hay que mirar con ternura y escuchar con respeto. Y para quienes sueñan con escribir, lanza una provocación: “Si alguno quiere ser escritor, tiene que ir a la cárcel”, donde conoció historias que cambiaron su vida.

“La finalidad de la vida no es prosperar, sino transformarse”, afirmó al recibir la Medalla Belisario Domínguez. Y con esa frase resume su filosofía: vivir es cambiar, arriesgar, luchar por otros y no conformarse. A los 93 años, Elena Poniatowska no solo ha vivido, ha transformado generaciones. Con cada palabra, nos invita a hacer lo mismo.