Por Luis Martínez Alcántara 

 

CIUDAD DE MÉXICO.- Con 440 votos contra ocho de la otra planilla contendiente, Alejandro Moreno fue elegido como presidente nacional del PRI para un nuevo periodo de cuatro años extendiendo su mandato hasta el 2028.

Hace apenas un mes, en la 24 Asamblea Nacional del PRI, Alito impulsó y logró la aprobación de reformas al estatuto del partido para permitir su reelección, con la posibilidad de quedarse hasta el 2032.

Su reelección causó un gran revuelo dentro del partido, generando divisiones entre los miembros. Algunos militantes han manifestado su descontento, señalando que el proceso de reelección fue antidemocrático y careció de transparencia.

En respuesta a estas críticas, la dirigencia del PRI ha comenzado a analizar la posibilidad de expulsar a aquellos miembros que han cuestionado abiertamente la reelección de Alito.

La postura oficial del partido es que cualquier comportamiento que afecte la unidad y estabilidad interna debe ser sancionado. Esta medida podría intensificar las tensiones y generar una ruptura aún más profunda dentro de la organización.

Los críticos, por su parte, han denunciado que esta posible expulsión es una táctica para silenciar a la oposición interna. Consideran que la dirección del PRI está priorizando sus intereses personales sobre los del partido y del país.

La controversia surge en un momento crucial, ya que el PRI enfrenta un proceso de redefinición en medio de un panorama político desafiante.

Mientras tanto, los partidarios de Alito aseguran que su liderazgo es fundamental y argumentan que su reelección garantiza la continuidad de las estrategias políticas que han sido clave para el partido en los últimos años.