Alejandro Alito Moreno ha consolidado su dominio sobre el Partido Revolucionario Institucional (PRI) de manera inédita, logrando su reelección hasta el 2032. Desde su llegada a la dirigencia en 2019, Moreno ha tejido una red de influencias y cambios estatutarios que le permiten mantenerse en el poder. Bajo su liderazgo, el PRI ha pasado de ser una de las fuerzas políticas más importantes de México a convertirse en un partido satélite, con poco peso en el panorama político nacional.

La elección de Moreno en 2019 no estuvo exenta de controversias. Ivonne Ortega, una de las contendientes, denunció irregularidades como la compra de votos, lo que llevó a una desbandada de líderes históricos del partido. Figuras como Ortega y José Narro Robles abandonaron el PRI, dejando al partido en una situación crítica. Moreno se dedicó a limpiar la militancia, eliminando a aquellos que no estaban alineados con su visión, lo que generó un ambiente de disidencia y descontento interno.

El PRI ya enfrentaba una crisis profunda antes de la llegada de Moreno, con una significativa pérdida de poder en las elecciones de 2018. El partido sufrió una derrota aplastante en las urnas, perdiendo la presidencia y su mayoría en el Congreso. Las acusaciones de corrupción contra varios gobernadores, como César Duarte y Javier Duarte, empeoraron la situación. En este contexto, Moreno se presentó como una figura capaz de renovar el partido, pero sus acciones han llevado al PRI a una situación aún más precaria.

El reciente cambio de estatutos del PRI, aprobado en una asamblea a puerta cerrada, permite a Moreno perpetuarse en el poder hasta 2032. Este evento, celebrado en el Pepsi Center de Ciudad de México, contó con la oposición de figuras como Manlio Fabio Beltrones y Beatriz Paredes, quienes exigieron su renuncia. Sin embargo, la mayoría de los asistentes apoyó a Moreno, asegurando su continuidad al frente del partido. Las críticas de los históricos del PRI fueron desestimadas, consolidando el control de Moreno sobre la organización.

A medida que el PRI se acerca a su centenario, la dirección de Moreno ha dejado al partido en una posición de debilidad extrema. Con la pérdida de poder en el Congreso y el control de solo dos estados, el PRI podría enfrentarse a la extinción. La gestión de Moreno, caracterizada por su afán de mantenerse en el poder, ha alejado a militantes y figuras clave, dejando un partido fragmentado y sin rumbo claro.

 

Por Luis Martínez Alcántara.