Cuauhtémoc, Ciudad de México, México, 1º de septiembre de 2025. La doctora Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos durante Primer Informe de Gobierno en el Patio de Honor de Palacio Nacional. Foto: Jesica Ramírez/Presidencia

Por Redacción:

Ciudad de México, martes 2 de septiembre de 2025. En el marco del Primer Informe de Gobierno presidido por Claudia Sheinbaum, la oposición mexicana vivió un momento de visibilidad restringida, evidenciando una realidad política tensa: pese a que varios gobernadores de partidos opositores estuvieron presentes, el espacio fue mayoritariamente ocupado por el oficialismo, y las voces disidentes quedaron en segundo plano, limitada su influencia simbólica dentro del evento protocolario.

Según un informe de Infobae, entre los asistentes figuraron gobernadores del PAN, PRI y MC, quienes acudieron “en apoyo institucional” más que como contrapeso crítico. Destacaron figuras como Manolo Jiménez (Coahuila) y Esteban Villegas (Durango) del PRI, y Samuel García y Pablo Lemus de MC; del PAN asistieron las gobernadoras Tere Jiménez (Aguascalientes), Maru Campos (Chihuahua), Libia Dennise García Muñoz Ledo (Guanajuato) y el gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri; sin embargo, su papel fue pasivo frente a la mayoría morenista que dominó el salón.

Desde la oposición, algunos legisladores criticaron la escasa presencia de voces críticas en un acto que debería reflejar pluralidad. Aunque hubo declaraciones previas desde medios como El País México, donde la senadora Lilly Téllez se erigió como una figura polarizadora y obtuvo reconocimiento temporal en medios por su postura dura frente al gobierno, su participación fue simbólica y no logró imponerse en el evento.

La escena se completó con una atmósfera de control: el Primer Informe se desarrolló sin incidentes, con fuerte respaldo digital (Milenio reportó un 75 % de reacciones positivas en redes), mientras el Poder Judicial y figuras opositoras estuvieron más presentes en los trending topics que en el foro.

El silencio estratégico funcionó como una especie de neutralización de mediana escala: la oposición fue convocada, pero el formato del evento no favoreció ni su discurso crítico ni la visibilidad pública, reducida al mínimo en discursos complementarios o menciones auxiliares. Esto ocurre en un contexto donde el control político del oficialismo sigue consolidado y el margen institucional para la oposición —hoy— es simbólico más que político.