Por Luis Martínez Alcántara
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, propueso que su país tome el control de la Franja de Gaza para liderar su reconstrucción, describiendo la iniciativa como una “transacción inmobiliaria” y agregó que los palestinos que abandonen Gaza no tendrán derecho a regresar, ya que serán reubicados en lugares “permanentes” y “mucho mejores”.
Trump ha expresado su intención de construir nuevas comunidades para aproximadamente 1,9 millones de personas, argumentando que la Franja de Gaza no es habitable en su estado actual. Ha mencionado la posibilidad de llegar a acuerdos con países como Jordania y Egipto para la reubicación de los palestinos, aunque ambos países ya han rechazado cualquier iniciativa de traslado forzoso.
El mandatario estadounidense visualiza la transformación de Gaza en la “Riviera de Oriente Próximo”, un desarrollo inmobiliario que incluiría la construcción de modernas infraestructuras y viviendas. Sin embargo, esta propuesta ha sido calificada como “absurda” por líderes de Hamás y ha sido objeto de críticas por parte de la comunidad internacional, que la considera inviable y contraria al derecho internacional.
Paralelamente, Trump anunció la imposición de aranceles del 25% a las importaciones de acero y aluminio, una medida que afecta a países aliados como Canadá, México, Brasil, Corea del Sur y Alemania. Esta decisión rompe de facto el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y ha generado tensiones en las relaciones comerciales internacionales.
La administración Trump argumenta que estos aranceles buscan fortalecer la industria nacional del acero y el aluminio, considerando que los beneficios superarán los posibles perjuicios para otros sectores y consumidores estadounidenses. Sin embargo, la medida ha sido criticada por diversos países y organismos internacionales, que advierten sobre el riesgo de una guerra comercial y sus posibles repercusiones en la economía global.
En respuesta a estos anuncios, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha pedido cautela y “cabeza fría” hasta que la imposición de los aranceles sea formalizada y ha enfatizado la importancia de esperar una declaración más sólida e institucional antes de tomar decisiones o emitir juicios al respecto.